Article Meilener Anzeiger: Endometriosis: cuando el dolor se convierte en la regla

Denis Faoro - 27 de marzo de 2025

La endometriosis es una enfermedad crónica en la que un tejido parecido al revestimiento del útero crece fuera de la cavidad uterina. Esto provoca una reacción inflamatoria en la cavidad abdominal con dolores a veces intensos y un alto nivel de sufrimiento.

Los síntomas típicos incluyen dolor abdominal durante la menstruación, dolor durante las relaciones sexuales, trastornos hemorrágicos y dolor durante las deposiciones. Algunas pacientes de endometriosis también pueden sufrir un deseo insatisfecho de tener hijos.


El diagnóstico de la endometriosis suele ser un reto y debe ser realizado por médicos con experiencia. Además de una consulta y exámenes clínicos, se utilizan técnicas de imagen como la ecografía. En casos especiales, puede complementarse con una resonancia magnética.


El tratamiento de la endometriosis pretende aliviar el dolor, reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida de las afectadas. Esto puede conseguirse mediante terapias farmacológicas como los analgésicos, la terapia hormonal o la extirpación quirúrgica de las lesiones endometriósicas. Al tratarse de una enfermedad crónica, el tratamiento quirúrgico sólo debe plantearse tras haber agotado las terapias conservadoras o si existen problemas específicos.


Las terapias alternativas, como la fisioterapia, la electroestimulación, el asesoramiento nutricional, la MTC, la acupuntura o la osteopatía, también pueden influir positivamente en la calidad de vida.



Es importante que las mujeres con endometriosis desarrollen una estrategia de tratamiento personalizada con su médico para tratar sus síntomas específicos y mejorar su calidad de vida. Las revisiones médicas periódicas también son importantes para controlar la progresión de la enfermedad y reconocer posibles complicaciones en una fase temprana.

El apoyo de familiares y grupos de autoayuda también puede ser útil para afrontar los retos físicos y emocionales de la enfermedad.

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La vejiga hiperactiva puede afectar considerablemente a la calidad de vida. Las personas afectadas sufren ganas frecuentes y repentinas de orinar, que a menudo son difíciles de controlar y pueden provocar pérdidas involuntarias de orina. Este problema se produce independientemente de lo llena que esté realmente la vejiga y no sólo puede dificultar la vida cotidiana, sino también provocar aislamiento social. Ganas repentinas y fuertes de orinar, independientemente de lo llena que esté la vejiga; micción frecuente, a menudo más de ocho veces al día; ganas de orinar por la noche, levantarse varias veces durante la noche para orinar e incontinencia de urgencia; pérdida incontrolable de orina debido a las fuertes ganas de orinar: estos son los síntomas de una vejiga hiperactiva. Muchas causas posibles Las causas son variadas y no siempre pueden identificarse claramente. Los factores más comunes son: hipersensibilidad de los músculos de la vejiga (la vejiga se contrae repentinamente incluso cuando está ligeramente llena), enfermedades neurológicas como el Parkinson, la esclerosis múltiple o los accidentes cerebrovasculares, cambios hormonales (especialmente durante la menopausia), infecciones urinarias recurrentes que irritan la vejiga y provocan un aumento de las ganas de orinar, y debilidad de la vejiga debida al envejecimiento (los músculos de la vejiga y del suelo pélvico pueden perder fuerza con la edad). Métodos terapéuticos: ¿qué ayuda? La vejiga hiperactiva puede tratarse con diversos métodos. Entre ellos se encuentran el entrenamiento de la vejiga (retrasar la micción de forma regular y consciente ayuda a entrenar la vejiga y mejorar el control), la terapia conductual (ajustar la ingesta de líquidos y la dieta puede ayudar a aliviar los síntomas), ejercicios del suelo pélvico (ejercicios específicos que fortalecen los músculos y mejoran el control urinario), terapia farmacológica (determinados fármacos pueden relajar los músculos de la vejiga y reducir las ganas de orinar) o inyecciones de Botox (en casos graves, puede inyectarse Botox directamente en la vejiga para regular su actividad). El diagnóstico precoz es importante La vejiga hiperactiva es una afección frecuente, pero a menudo no reconocida, que puede limitar gravemente a las personas afectadas. Un diagnóstico precoz y un tratamiento específico pueden mejorar considerablemente la calidad de vida. Cualquier persona que note síntomas no debe dudar en buscar ayuda profesional.
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La vejiga hiperactiva puede afectar considerablemente a la calidad de vida. Las personas afectadas sufren ganas frecuentes y repentinas de orinar, que a menudo son difíciles de controlar y pueden provocar pérdidas involuntarias de orina. Este problema se produce independientemente de lo llena que esté realmente la vejiga y no sólo puede dificultar la vida cotidiana, sino también provocar aislamiento social. Ganas repentinas y fuertes de orinar, independientemente de lo llena que esté la vejiga; micción frecuente, a menudo más de ocho veces al día; ganas de orinar por la noche, levantarse varias veces durante la noche para orinar e incontinencia de urgencia; pérdida incontrolable de orina debido a las fuertes ganas de orinar: estos son los síntomas de una vejiga hiperactiva. Muchas causas posibles Las causas son variadas y no siempre pueden identificarse claramente. Los factores más comunes son: hipersensibilidad de los músculos de la vejiga (la vejiga se contrae repentinamente incluso cuando está ligeramente llena), enfermedades neurológicas como el Parkinson, la esclerosis múltiple o los accidentes cerebrovasculares, cambios hormonales (especialmente durante la menopausia), infecciones urinarias recurrentes que irritan la vejiga y provocan un aumento de las ganas de orinar, y debilidad de la vejiga debida al envejecimiento (los músculos de la vejiga y del suelo pélvico pueden perder fuerza con la edad). Métodos terapéuticos: ¿qué ayuda? La vejiga hiperactiva puede tratarse con diversos métodos. Entre ellos se encuentran el entrenamiento de la vejiga (retrasar la micción de forma regular y consciente ayuda a entrenar la vejiga y mejorar el control), la terapia conductual (ajustar la ingesta de líquidos y la dieta puede ayudar a aliviar los síntomas), ejercicios del suelo pélvico (ejercicios específicos que fortalecen los músculos y mejoran el control urinario), terapia farmacológica (determinados fármacos pueden relajar los músculos de la vejiga y reducir las ganas de orinar) o inyecciones de Botox (en casos graves, puede inyectarse Botox directamente en la vejiga para regular su actividad). El diagnóstico precoz es importante La vejiga hiperactiva es una afección frecuente, pero a menudo no reconocida, que puede limitar gravemente a las personas afectadas. Un diagnóstico precoz y un tratamiento específico pueden mejorar considerablemente la calidad de vida. Cualquier persona que note síntomas no debe dudar en buscar ayuda profesional.
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