Artículo Meilener Anzeiger: Cuando la risa se convierte en un reto

Denis Faoro - 20 de junio de 2025

La incontinencia urinaria de esfuerzo es la forma más común de incontinencia urinaria en las mujeres y puede tener un impacto significativo en la calidad de vida.

Los afectados pierden orina involuntariamente al realizar esfuerzos físicos como toser, estornudar o reír, y sin ninguna señal de aviso previa. La causa suele ser una debilidad del suelo pélvico, que regula el flujo de orina. Aunque la incontinencia de esfuerzo está muy extendida, a menudo sigue siendo un tema tabú. Muchas mujeres son reacias a hablar de sus síntomas por vergüenza o inseguridad. Sin embargo, existen diversas opciones de tratamiento que pueden ayudar eficazmente sin necesidad de cirugía inmediata.


Causas y factores de riesgo

La incontinencia de esfuerzo está causada por un debilitamiento de los músculos del suelo pélvico o del esfínter de la vejiga. Las causas pueden ser diversas. Embarazo y parto: Durante y después del embarazo, el suelo pélvico se ve sometido a una gran tensión.

Cambios hormonales: Los niveles de estrógenos descienden durante la menopausia, lo que afecta a la estructura de los tejidos.

Sobrepeso: El aumento de la tensión en el suelo pélvico puede dificultar el control de la vejiga.

Tensión crónica: levantar objetos pesados con frecuencia o la tos persistente debida al tabaco o al asma agravan el problema.


Opciones de tratamiento

Afortunadamente, existen numerosos enfoques terapéuticos que pueden ayudar sin necesidad de cirugía.

Entrenamiento del suelo pélvico: los ejercicios específicos con apoyo fisioterapéutico fortalecen los músculos.

Estimulación eléctrica y biorretroalimentación: Estos métodos promueven el control consciente de los músculos del suelo pélvico.

Preparados estrogénicos: Las aplicaciones locales pueden reforzar el tejido y favorecer la función de la vejiga.

Pesarios: ayudas insertadas vaginalmente que ayudan mecánicamente a controlar la vejiga.


Buscar ayuda

El primer paso es siempre buscar ayuda y hablar de ello. El primer paso debe ser una visita al ginecólogo para discutir las opciones de tratamiento individuales. Nadie debe limitarserestricciones, porque la ayuda es posible.

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